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Mabel Lozano: ‘Ava’, el rostro de las víctimas de trata con discapacidad | Planeta Futuro

Un clic en un anuncio de internet que ofrecía un trabajo de oficina fue suficiente para que Ava, una joven colombiana de entonces 17 años con trastorno emocional por una niñez traumática plagada de violencia y una lesión cerebral provocada por un parto complicado, acabara captada por una red de trata sexual asentada en España. Su historia es la que las documentalistas Mabel Lozano e Isabel Peña llevaron a un cortometraje homónimo para denunciar que las mujeres y niñas con discapacidad también están en el punto de mira de los proxenetas. “Ellas incluso llegan a ser más apreciadas por los demandantes de sexo de pago que buscan ejercer poder y sumisión”, explica Lozano, que también es activista contra la prostitución.

A Ava la contactaron, la convencieron de tomar un autobús a Palencia y luego la esperaron para llevarla hacia un dúplex en cuya segunda planta empezaría su calvario. La obligaron a quitar la batería de su teléfono, la vistieron con ropa ajustada y la encerraron junto con otras chicas a las que, igual que a ella, prostituirían. Todos los días, unos 20 hombres acudían a mantener sexo con las niñas. “Estuvo explotada desde el primer minuto. No había esperas y no había treguas”, relata en el documental María, la madre adoptiva de Ava. “No sé cómo podía resistir”, se interroga.

Por eso, Lozano lamenta que al hablar de trata sexual, únicamente se piense en las enfermedades de transmisión sexual o en el proceso de reinserción social de las mujeres. “No se tiene en cuenta que muchas de ellas tienen discapacidades intelectuales no identificadas que pueden pasar como estrés postraumático”. Y agrega que muchas de ellas han sido captadas por “su profunda vulnerabilidad social, porque vivimos en un sistema que no ha sido capaz de protegerlas”.

“Ava estuvo retenida en una habitación donde había ocho literas —lo que yo llamo habitaciones patera—. Salía una mujer, entraba otra. Dormían hacinadas, las drogaban, tenían una sola comida al día… “, cuenta Lozano, mientras enfatiza que esta no es una historia aislada. “Si esto es una realidad es porque existe una demanda y un consumo de mujeres con discapacidad dentro de la prostitución. Basta con ver las páginas de pornografía. Incluso existe una categoría que ofrece escenas de sexo con mujeres discapacitadas. Y existen foros donde se comenta si alguna babea o tiene conductas infantiles”, denuncia Natalia Massé, coordinadora del programa Mujeres de la Fundación Apip-Acam, que desarrolla su actividad en España.

“Muchas de estas mujeres carecen de autonomía para tomar sus propias decisiones. Dependen de sus tutores legales, viven violencia dentro del hogar por el mismo hecho de tener discapacidad y son aisladas de una educación afectiva, emocional y sexual”

Maryangel García-Ramos, directora ejecutiva de Women Enabled International (WEI)

Para Massé, la realidad de Ava no es desconocida. La organización en la que trabaja atiende a más de 2.000 mujeres supervivientes de trata sexual. Muchas, dice la experta, tienen trastornos mentales y emocionales que se han agravado a causa de la violencia vivida tras la prostitución. Sofía, de Nigeria, tiene un 65% de discapacidad intelectual y trastorno disociativo; Mercedes, de España, posee un 38% de discapacidad intelectual; Laura, también nigeriana, sufre de alucinaciones —aunque no ha sido detectado su porcentaje de discapacidad— y atribuye sus síntomas al vudú. “Todas ellas han sido obligadas a prostituirse, unas veces por sus propios familiares y, otras, por personas que las engañaron, haciéndoles creer que tendrían un trabajo, un poco de independencia. Y estos no son casos excepcionales”, zanja Massé.

La mexicana Maryangel García-Ramos, directora ejecutiva de Women Enabled International (WEI), una organización global dedicada a promover los derechos de las mujeres y las niñas con discapacidad, lanza una respuesta que golpea: “Las mujeres con discapacidad tenemos hasta el triple de probabilidades de sufrir violencia por dos motivos: por tener discapacidad y por ser mujeres. Esto incluye ser víctimas de trata, de esterilización forzada, de maltratos y de abandono institucional”.

La pobreza, la falta de empleo, la falta de acceso a oportunidades educativas y los estereotipos de género son un cóctel que exacerba las violencias contra este colectivo. “Muchas de estas mujeres carecen de autonomía para tomar sus propias decisiones”, desgrana García-Ramos. “Dependen de sus tutores legales, varias viven violencias continuas dentro del hogar por el mismo hecho de tener discapacidad y son aisladas de una educación afectiva, emocional y sexual”. La argentina Sofía Minieri, asesora legal de WEI, añade: “Todo esto impide que ellas tomen conciencia de sus derechos, de la explotación y sus peligros y dificulta que se autoidentifiquen como víctimas y que sea más fácil para los traficantes manipularlas”.

Invisibles hasta en las cifras

Según los datos de un informe de la Organización Internacional del Trabajo y de la Organización Mundial de las Migraciones, de los más de seis millones de supervivientes de trata sexual en 2021, 4,9 millones son mujeres; sin embargo, advierte García, no se registra cuántas de ellas tienen discapacidad. “Si no aparecemos en las cifras, no quiere decir que esto no nos suceda, todo lo contrario, quiere decir que no existen protocolos ni de prevención, ni de atención y menos aún de justicia para las supervivientes de trata sexual con discapacidad”, señala García Ramos, de WEI.

Para Isabel Caballero, coordinadora del área de derechos de las mujeres del Comité Español de Representantes de Persona con Discapacidad (Cermi), el origen de la discriminación se sienta en torno a los tabúes y mitos sobre su sexualidad. La especialista comenta que aun en la actualidad, se sigue creyendo que las personas con discapacidad intelectual “o son asexuales o, por el contrario, son hipersexuales. Por esta razón, incluso la policía o los jueces asumen que ellas están exentas de ser captadas por las redes de trata sexual, porque se piensa que no atraen o simplemente que esto no sucede”.

“Ava estuvo retenida en una habitación donde había ocho literas —lo que yo llamo habitaciones patera—. Salía una mujer, entraba otra. Dormían hacinadas, las drogaban, tenían una sola comida al día… “

Mabel Lozano, directora del documental ‘Ava’

Los estereotipos, asegura Caballero, se justifican invocando costumbres y valores socioculturales y religiosos. Un estudio de 2016 del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas analizaba la discriminación que las mujeres y niñas con discapacidad sufren a nivel global. En varios países, señalaba el documento, “las niñas son más proclives a una muerte piadosa que los niños con discapacidad porque sus familias no están dispuestas a criar a una niña con una deficiencia”; mientras que en otros casos, el matrimonio de las niñas con discapacidad intelectual “se justifica con el pretexto de darles seguridad, atención y financiación en el futuro”.

Según Caballero, la falta de información y formación de profesionales especializados que aborden la trata sexual y la discapacidad provoca una mayor dificultad para prevenir, detectar y buscar justicia para las supervivientes. “Cuando denuncian la violencia o logran huir de las redes de trata, se enfrentan a la incredulidad y la desestimación de alegaciones por parte de la policía, los fiscales y los tribunales”.

Ava estuvo retenida por la red de trata sexual un poco más de una semana, y fue María, su madre adoptiva, quien presionó para agilizar su búsqueda. Ahora, cuenta María, “no ha podido estudiar nada, concentrarse en nada. Las secuelas se agravaron muchísimo. Su vida se cortó. Yo también me he hecho vulnerable como ella y caminamos vulnerables las dos”.

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