Seis golpes asestados en la cabeza con una barra de metal acabaron con la vida de Susana Valdivia, una mostoleña de 27 años cuyo cadáver fue hallado el pasado 20 de octubre en una zanja del cerro Garabitas, en la Casa de Campo. Su jefe y ex novio, Julián García Bouix, de 36 años, tardó cuatro días en declararse autor de la muerte. Tras ser detenido por los policías del grupo de Homicidios, reconoció ante la titular del juzgado número 7 que mató a Susana en la trastienda de su boutique, sita en el número 22 de la calle de Jaén (Tetuán). Detrás de este crimen hay una historia de celos y de separación de la pareja, que no fue superada por el supuesto homicida.
Susana y Julián se conocieron hace siete años. La relación entre ambos fue aparentemente normal hasta el pasado abril, cuando ella decidió romper. Las discusiones y los problemas entre ambos eran frecuentes. Convivían en una casa de los padres de Julián, al lado de la tienda, hasta que Susana regresó al piso de sus progenitores, en el barrio de Villafontana de Móstoles.
Pese a todo, Susana y Julián decidieron el pasado agosto pasar juntos las vacaciones en Mallorca y Cullera (Valencia) con la intención de intentar recomponer su relación. Sin embargo, aquellos viajes no permitieron limar asperezas y la situación iba de mal en peor, según personas próximas a la familia.
Al volver a Madrid, ella continuó trabajando en la boutique, mientras buscaba otro trabajo, para lo cual se había presentado a varias entrevistas. Hasta que no lograra un nuevo empleo tenía que seguir en la tienda de moda de su ex novio, ya que cada mes debía pagar unas 30.000 pesetas por un abrigo de visón que se había comprado a plazos el año pasado.
La situación entre la pareja iba cada vez peor. El punto final de la relación surgió la tarde del viernes 19 de octubre. Susana había abierto la tienda, como de costumbre, a las cinco y media de la tarde. Según declaró el supuesto autor ante la juez, él llegó al establecimiento una hora más tarde. Varias clientas se probaron algunas prendas y las dejaron encima del mostrador. Julián comenzó a doblarlas para colocarlas en las estanterías. ‘Entonces ella me dijo: ‘Déjalo, que no sabes nada de ropa’, en un tono áspero’, aseguró el supuesto homicida.
Ante lo que él consideró un desplante, se metió en la trastienda y comenzó a introducir unos datos en el ordenador. Según su versión, Susana entró a recoger una bolsa con pinzas y clips para sujetas las hombreras de las chaquetas. Abrió el cajón de la mesa en la que estaba sentado Julián y le golpeó accidentalmente, por lo que él protestó. Entonces Julián le preguntó qué llevaba en las manos y ella le dijo, ‘en tono fuerte’, que las notas de arreglo de las ropas. Susana permanecía de pie en la puerta de acceso a la trastienda. Su actitud ‘encendió’ a Julián, según ha declarado ante la juez. Furioso, cogió una barra metálica y golpeó en la cabeza a su ex novia, que cayó al suelo moribunda. El supuesto agresor la golpeó entonces, una y otra vez, en el cráneo y la espalda.
Julián afirmó ante el juez que tras matar a Susana se quedó sentado frente a ella y lloró ‘durante 15 o 20 minutos’. En ese tiempo nadie entró en la tienda, ya que ésta dispone de una apertura a distancia y es necesario llamar a un timbre para acceder al interior. Al darse cuenta de lo que había hecho, envolvió el cadáver en un plástico y lo metió sobre las nueve y media de la noche en un furgón de su propiedad. Esperó a que fuera de noche para aparcar el vehículo delante de la tienda y poder cargar el cadáver sin levantar sospechas.
Noche de copas
El supuesto homicida se dirigió después al cerro Garabitas, donde ocultó el cadáver dentro de una zanja. Era de noche y nadie vio cómo se deshacía del cuerpo ensangrentado. Volvió a su casa, se cambió de ropa y salió de copas con una amiga.
A la mañana siguiente, Julián abrió la tienda y atendió a la poca clientela que se presentó. Susana había quedado citada, la noche anterior a su muerte, con una amiga de Bilbao. Al no acudir a la reunión, la amiga se presentó en la tienda. Julián le dijo que Susana había ido a una entrevista de trabajo. El lunes 22 fue detenido. Ahora está en prisión provisional en Soto del Real.
Manchas de sangre lavadas
Susana Valdivia fue identificada por su familia por una cicatriz que tenía en la espalda y por algún rasgo físico característico de sus pies. Los brutales golpes que recibió en la cara hicieron imposible que su madre reconociera el cadáver a primera vista.
Los policías de Homicidios hicieron una primera inspección ocular de la boutique, pero no encontraron restos de sangre de la víctima. El uso de un producto químico que revela si una superficie ha tenido restos orgánicos y ha sido limpiada posteriormente desveló que en dos estanterías salpicó la sangre de la víctima al ser golpeada. Igual ocurrió en un brazo de un maniquí, el respaldo de un asiento, el maletero y la puerta del furgón en el que fue trasladado el cadáver de Susana a la Casa de Campo. Además, una pequeña parte de la pared fue raspada para borrar las manchas de sangre.Todas las pruebas, como demostró la policía, incriminaban al jefe y ex novio de la víctima, Julián García Bouix.
Fuente EL PAIS