Ntokozo Dlamini, de 29 años, está sentada al sol, revolviendo unas gachas en una olla humeante, en el exterior de su choza de barro. Mira al cielo azul. “Pronto tendré que ir otra vez a la clínica. Está muy lejos, pero tengo que conseguir mis pastillas”, suspira, mientras se seca la frente, brillante de sudor. Se refiere a la píldora para prevenir el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que consiste en dos fármacos (emtricitabina y tenofovir) y puede reducir casi a cero las probabilidades de contraer el VIH por vía sexual.
Dlamini vive en el Valle de las Mil Colinas, en la exuberante KwaZulu-Natal sudafricana. La provincia es una de las regiones más pintorescas del país, con montañas verdes que dan paso a dorados campos de caña de azúcar. Allí viven, también, millones de personas infectadas por el VIH.
El nuevo informe mundial sobre VIH, publicado este martes, estima que en 2022 hubo 1,3 millones de nuevas infecciones, y que Sudáfrica sigue liderando la lista de nuevas infecciones.
Los medicamentos como los que toma Dlamini se denominan PrEP, abreviatura de profilaxis preexposición. Los comprimidos deben tomarse a diario y a la misma hora todos los días. Para muchas mujeres, especialmente las que viven en la pobreza, esto no es tan fácil como parece, explica Ntombenhle Mkhize, directora general de la Fundación contra el Sida del país. “En primer lugar, es fácil olvidarse de tomar la medicación. Además, en Sudáfrica sigue habiendo mucho estigma en torno al VIH, por lo que las mujeres, sobre todo, tienen miedo de tomar pastillas asociadas a la prevención. Les da pavor que la gente las descubra”.
Ante este estigma, autoridades en la prevención como Mkhize están “entusiasmados” con un programa piloto para el uso del anillo vaginal de dapivirina (DVR), el primer método tópico de prevención del VIH del mundo, recomendado en enero de 2021 por la Organización Mundial de la Salud como método adicional para las mujeres en riesgo considerable de infección. Sudáfrica acaba de recibir 16.000 anillos vaginales (con apoyo del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, The Global Fund). El alcance de este método de prevención puede crecer aún más: este jueves, la organización sin ánimo de lucro Population Council anunció que una fábrica en Sudáfrica empezará a producir anillos, más baratos y al alcance de más personas.
Un complemento para la prevención
La plataforma PrEPWatch calcula que el anillo reduce el riesgo de contraer el VIH en un 35%, y los datos más recientes indican una protección aún mayor: una reducción del riesgo de alrededor de un 50%. La veinteañera Dlamini está “impaciente” por probar el anillo. “Estoy harta de rogarle a mi novio que use preservativos”, afirma.
“El anillo es un complemento muy importante para nuestras herramientas de prevención”, afirma la profesora Linda-Gail Bekker, directora del Centro del VIH Desmond Tutu de la Universidad de Ciudad del Cabo y una de las científicas africanas más destacadas en materia del virus de la inmunodeficiencia humana, que ha llevado a cabo ensayos del DVR en toda Sudáfrica. “Consiste en un anillo de silicona bastante flexible; cabe en la palma de la mano muy fácilmente, y contiene un agente antirretrovírico llamado dapivirina. Una vez introducido en la vagina, el anillo se coloca cómodamente sobre el cuello del útero y la mujer no se da cuenta de su presencia. Luego, lentamente, a lo largo de un mes, disemina dapivirina. Si un virus entra en contacto, a través de la vagina, la dapivirina está ahí para impedir que el virus entre en el cuerpo de la mujer e infecte”, explica, en una entrevista telefónica.
Sibo Shange, de 22 años y nacida en Khayelitsha, Ciudad del Cabo, es una de las pocas sudafricanas que han utilizado el anillo hasta ahora. “Me lo pongo yo misma y ya estoy [en parte] protegida contra el VIH. Tengo el control sobre mi propio cuerpo. Sé que no estoy protegida contra otras infecciones [de transmisión sexual], pero incluso así…”, señala. “Además, usar el anillo significa que no tengo que llevar pastillas encima y tomarlas todos los días. Me pongo un anillo nuevo una vez al mes y ya está. Es genial”, añade Shange, que también ha usado para protegerse en el pasado una inyección bimensual de PrEP. “Debido al trabajo, a menudo me resulta muy incómodo ir a la clínica a pincharme. Pero espero poder ir pronto y conseguir que me suministren los anillos para ponérmelos en casa”.
El mayor programa de terapia antirretrovírica
Onusida calcula que, en todo el mundo, más de nueve de los 39 millones de personas que viven con VIH no acceden a antirretrovirales y que 630.000 personas fallecieron por enfermedades relacionadas con el sida, más de una por minuto. Las cifras son mejores cifras que las de años precedentes, asegura la institución, pero los avances no son suficientemente rápidos para cumplir con los objetivos mundiales (que el 95% de la población con VIH conozca su condición, que el 95% de ellas reciba terapia y el 95% presente niveles indetectables del virus y, por tanto, intransmisibles). Según las últimas cifras del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida), de los 39 millones de personas seropositivas en todo el mundo el año pasado, 20,8 millones se encontraban en África oriental y meridional, con 8,45 millones solo en Sudáfrica (casi el 14% de la población).
De las 630.000 muertes relacionadas con el sida en 2022, 260.000 se produjeron en África oriental y meridional, según Onusida. Pero en Sudáfrica, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, la mayoría de las personas infectadas por el VIH ya no acaban en la tumba. El Gobierno gestiona el mayor programa de terapia antirretrovírica del mundo, suministrando el cóctel de fármacos conocido como terapia antirretroviral (ARV) que evita la replicación del virus hasta el punto de hacer la carga viral indetectable y, por tanto, intransmisible. En total, unos 5,5 millones de sudafricanos toman cada mes estos medicamentos antirretrovirales que prolongan la vida.
“Suministramos cada mes la píldora de prevención del VIH a más de un millón de usuarios de la sanidad pública, en su mayoría mujeres jóvenes”, afirma Thato Chidarikire, director jefe en funciones del Departamento Nacional de Salud de Sudáfrica para el VIH/sida. Las mujeres de 15 a 24 años son el grupo más numeroso del país que ha empezado a utilizar la píldora preventiva. “Este es también el grupo en el que los nuevos contagios por VIH están aumentando más rápidamente en Sudáfrica, por lo que realmente tenemos que llegar a ellas con la PrEP”, declara Chidarikire a EL PAÍS.
Mitchell Warren, del grupo AVAC con sede en Nueva York, que gestiona PrEPWatch, reconoce que la protección que ofrece el anillo es muy inferior a la que ofrece la píldora preventiva. “Pero los modelos han demostrado que incluso una opción de prevención parcialmente eficaz puede ofrecer a las mujeres una protección importante, si forma parte de una estrategia integral de prevención del VIH. Por eso estamos muy contentos de que el anillo vaya a estar disponible en Sudáfrica”.
La experiencia de la científica Linda-Gail Bekker le ha enseñado que el anillo “no gusta a todo el mundo”. Pero añade: “Creo que, al igual que ocurre con los anticonceptivos, cuantas más opciones demos a las mujeres y más les facilitemos el acceso a esas opciones, más probabilidades tendrán de encontrar algo que realmente se adapte a su estilo de vida y que quieran utilizar”. Bekker afirma que si hay “mensajes buenos, claros y sin ambigüedades” en torno al anillo, pronto encontrará una amplia aceptación entre las mujeres sudafricanas. “Es un avance muy importante en un país donde el VIH ya desempeña un papel tan terrible en la vida de todos”, remacha.
Puedes seguir a Planeta Futuro en X, Facebook, Instagram y TikTok y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.