“Salam wa alaikum. Bienvenidos al programa Roshani (iluminar, en darí). Podéis llamarnos y compartir vuestras ideas sobre los derechos de las mujeres y la violencia contra las mujeres. Me llamo Assira”.
Una manera tan natural de empezar un programa de radio que, en cualquier rincón del mundo, no sería extraordinaria. Pero estamos en Afganistán, los talibanes han vuelto al poder y los derechos de las mujeres, lejos de encontrarse en una situación ideal, están más amenazados que nunca.
El estudio de radio guarda silencio durante la emisión en directo, solo interrumpida por la voz de las dos presentadoras que, hoy, en su programa, hablan sobre misoginia. Assira, de 32 años y asesora religiosa, y Saba Chaman, de 24 años y coordinadora de Radio Begum, son las encargadas de dar la cara o, mejor dicho, la voz, ante los oyentes. En 45 minutos, tratarán de desmentir las falsas creencias de quien intenta justificar la violencia contra las mujeres basándose en el Corán.
A los pocos minutos, entra la llamada de una oyente.
— Cada vez que un hombre pega a su mujer, él se escuda en que el islam dice: “Si mi mujer no acepta mis palabras, tengo derecho a pegarle”.
— No, esto es completamente falso — responde Chaman. La gente debería ver en qué parte del islam dice que debes golpear a tu mujer. No deberían tratar mal a sus mujeres. La violencia doméstica crece desde que los niños son pequeños, dentro de casa. Cuando crecen y observan violencia doméstica, se convierte en una especie de tradición que se reproduce generación tras generación.
A Chaman le ha tocado asumir un reto mayúsculo: seguir coordinando Radio Begum tras la vuelta al poder de los talibanes, el agosto pasado. “He trabajado con mujeres y hombres antes, pero esta es mi primera vez trabajando con un equipo totalmente formado por mujeres. Ha sido estresante a veces, especialmente tras el cambio de régimen, pero también ha sido divertido”, cuenta la joven después del programa, sentada todavía en el estudio de radio.
Chaman, estudiante del último semestre de Administración de Empresas, empezó a trabajar en Radio Begum en marzo de 2021, justo cuando fue fundada. La fecha del lanzamiento no fue casual: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Toda una declaración de intenciones. Solo un par de meses después tuvo lugar una explosión cerca de una escuela para niñas de Kabul donde murieron más de 80 personas, la mayoría de ellas alumnas, cuando salían de clase. Nadie se atribuyó el atentado, que fue decisivo para llevar al equipo de Radio Begum a focalizar sus esfuerzos en la educación.
Un medio anónimo
Antes de ese ataque, la semilla que hizo nacer la radio ya estaba plantada. A principios de 2020, “los negociadores de los talibanes y Estados Unidos empezaban a llegar a algún acuerdo, y estaba muy preocupada”, recuerda Hamida Aman, de 47 años, fundadora y directora de Radio Begum. Recostada en el sofá de su oficina, en la planta de arriba de la radio, rememora: “El papel de las mujeres no se mencionaba durante las discusiones. Supe que algo cambiaría, y que tener a los talibanes en el Gobierno conllevaría cambios en la sociedad afgana, sobre todo para las mujeres”.
Aman, criada en Suiza, donde su familia se desplazó tras la invasión soviética de Afganistán, siempre había querido volver a su país. Lo hizo tras el desplome de las torres gemelas, en 2001, y en las siguientes dos décadas, un período de relativa apertura, desarrolló allí varias iniciativas audiovisuales. En 2020, Aman supo que debía actuar de nuevo ante la cuenta atrás hacia el abismo en el que parecía sumirse Afganistán. “Para mí fue bastante normal pensar en una radio porque he trabajado en medios de comunicación durante más de 20 años. Pensé que sería la mejor respuesta al cambio de régimen porque es solo sonido y voz. Mantiene al oyente anónimo, pero también a las presentadoras y periodistas”, relata.
En la sala principal, el grupo de chicas estudiantes que practican en la emisora llena los distintos ordenadores. Editan los programas ya grabados y preparan los siguientes. Son jóvenes, hacen bromas entre ellas, se divierten y, al mismo tiempo, se preparan para un futuro profesional, cuanto menos, exigente. La mayoría ha pasado el examen para acceder a la universidad y acaban de empezar el primer curso, que compaginan con la práctica. Por unos momentos, dejan de lado las risas entre ellas ante las preguntas por las perspectivas de trabajo.
“Nos enfrentamos a un futuro incierto en Afganistán”, dice Sahar Maqsoodi, de 19 años, reportera de la radio desde sus inicios. “Me moría de ganas de trabajar en medios de comunicación. No tenía ningún conocimiento previo, lo he aprendido todo aquí”, reconoce. Presenta el programa matutino, ejerce de maestra en el espacio educativo de la radio y a veces sale a producir pequeños reportajes sobre mujeres para publicarlos en las redes sociales.
Maqsoodi forma parte de la generación de jóvenes que nació en el Afganistán postalibán, después de 2001. Tiene juventud y las ideas claras. “Queremos cambiar la mentalidad de la gente. Muchas personas no tienen acceso a internet ni a la televisión, especialmente en las provincias. Así que para las más pobres la radio es la opción más barata para aprender y adquirir conocimientos”, explica la joven.
Para las personas más pobres la radio es la opción más barata para aprender y adquirir conocimientos
Sahar Maqsoodi (19 años), reportera de Radio Begum
Durante el primer año de vida de la radio, han conseguido desarrollar varias iniciativas. Actualmente tienen programas de escuela online, sobre todo para acompañar a chicas que no pueden ir a la escuela –bajo el régimen talibán, las chicas tienen vetado el acceso a la educación secundaria–. En Radio Begum encuentran un espacio para seguir formándose. “Tenemos herramientas para hacer la enseñanza más ligera durante la mañana o noche, como audiolibros, reseñas de libros, poesía…”, dice Maqsoodi. Emitiendo desde Kabul, la radio puede escucharse también en las provincias de Logar, Ghazni, Parwan, Baghlan y Bamiyan. Además, radios de Faryab y Kunduz difunden sus programas más populares, aunque el objetivo más ambicioso de la radio es poder llegar a emitir en todo Afganistán.
Ni música americana, ni pop
Llegar a seguir emitiendo tras la vuelta al poder de los talibanes ha sido posible solo con una estrategia bien planeada desde antes. Superado el shock inicial de agosto, las trabajadoras de la radio sostienen que el cambio de régimen no les ha afectado mucho, ya que se consideran una plataforma educativa y así se lo hicieron saber al nuevo Gobierno. “Les dijimos lo mismo que te estoy diciendo ahora, que el objetivo de este equipo de mujeres es educar a otras mujeres. Que no somos una herramienta política ni queremos levantar ninguna discusión política”, declara Maqsoodi.
Sorprendentemente, los talibanes aceptaron que siguieran funcionando, al menos hasta ahora. Pero pusieron algunas condiciones. “Hemos tenido que ajustar los programas y, por supuesto, la música. Ya no emitimos canciones americanas, o pop, o Shakira o cantantes de este estilo”, reconoce la fundadora, Aman.
“En la parte del entretenimiento, también hemos tenido que bajar el tono. Normalmente, en los programas de la mañana o hacia la noche, los oyentes nos llamaban para hacer algunas bromas, o pedían canciones para dedicar a sus amigos o familiares. O teníamos conversaciones y nos reíamos, solo para relajarnos durante un rato. Ya no podemos hacerlo más porque los talibanes no quieren que las mujeres interactúen demasiado con los hombres, incluso por teléfono, de un modo informal. Tiene que ser más distante”, explica.
Los talibanes no quieren que las mujeres interactúen demasiado con los hombres, incluso por teléfono, de un modo informal. Tiene que ser más distante
Hamida Aman, fundadora de Radio Begum
Sobrevivir a los talibanes… y a la economía
Si mantener el proyecto vivo con los talibanes en el poder no es reto suficiente, todavía afrontan uno mayor. Cómo sobrevivir económicamente. “Estoy constantemente buscando fondos”, explica la fundadora de la emisora. “El país colapsó y no vemos cómo conseguir ingresos”. Reciben algunas donaciones, pero no son suficientes para consolidar el proyecto. Y las sanciones económicas por parte de países occidentales contra Afganistán les afectan directamente. “Otro de los retos que enfrentamos es cómo hacer llegar dinero al país”, lamenta. Por ahora, lo hacen mediante dinero efectivo. “El sistema bancario está roto y está matando la sociedad y economía afganas”, subraya.
Talibanes, financiación… Los retos son enormes, pero, tras más de 40 años de guerras, ¿existe algún remedio para sacar al país adelante? Aman lo tiene claro: “El problema de este país es la falta de educación. Más del 80% de la población es analfabeta. Es también esto lo que mete a la gente en tantos problemas, porque tienen pocos conocimientos y educación. La clave es dar acceso a las escuelas y a la educación a todo el mundo”. Es difícil, reconoce Aman, tener una visión a largo plazo del proyecto: “Este es un país muy inestable e impredecible. He estado 20 años trabajando en Afganistán y nos acostumbramos a trabajar bajo problemas y retos todo el tiempo. No es un sitio normal donde tener una organización”, reflexiona.
A la pregunta de cómo puede el mundo actuar frente al futuro incierto que aguarda a Afganistán, Chaman, coordinadora de la radio, responde: “No necesitas estar en contacto con el Gobierno de nuestro país para mostrar tu apoyo. El apoyo puede ser humanitario, por ejemplo, desarrollando un programa para ayudar a las mujeres a acceder a la educación. Para aquellos que tengáis la posibilidad de ayudar, financieramente o moralmente, creo que va a servir de mucho. A todos los que leáis este reportaje, os pido que hagáis lo que esté en vuestra capacidad para ayudar a las mujeres afganas a mantener su resiliencia”.
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