El monstruo inflacionario que se despertó en 2022 ha dado una dentellada mayúscula a la renta real de las familias a lo largo y ancho del globo. Los ingresos no llegaron siempre a compensar una vida que se encareció de forma generalizada, desde hacer la compra a pagar la hipoteca. La subida de precios fue la más alta en 40 años en la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España incluida: no se veía un repunte semejante desde los años ochenta. Detrás de esta historia compartida, sin embargo, hay muchas otras particulares, pues el golpe ni fue homogéneo entre países ni dentro de ellos. Algunas comunidades españolas sufrieron un mordisco mayor que otras, con un desenlace perverso: la brecha en el crecimiento de la renta real entre territorios fue de las que más se ensanchó entre 2019 y 2022 en todo el bloque de la OCDE, de acuerdo con el último informe del organismo Regions and Cities at a Glance (Panorama de las Regiones y las Ciudades, en castellano), publicado este viernes.
Dicho de otra forma, en algunas comunidades los ingresos reales avanzaron —o retrocedieron— más que en otras. La diferencia superó los cinco puntos en España durante el periodo analizado, un momento convulso en el que a la pandemia se sumó una crisis de precios inédita. Es un porcentaje que supera con mucho el promedio de la OCDE y que solo superan otros dos países países del club de las economías más ricas del planeta: EE UU, con la mayor brecha regional de todos los casos analizado, y Canadá, en tercera posición. El indicador refleja una instantánea que va más allá de la conocida imagen de una España a dos velocidades, aquella donde una línea imaginaria atraviesa el país de Galicia a Valencia y separa un norte más pujante de un sur más rezagado.
Las comunidades con más actividad industrial y servicios de alto valor añadido, como el País Vasco, Madrid y Cataluña, tienen un PIB per cápita más elevado comparado con aquellas donde el sector primario tiene más peso y el desempleo es mayor, como Andalucía y Extremadura. Pero los ingresos reales que analiza la OCDE indican algo distinto: miden las rentas de los hogares una vez restada la inflación. Es decir, lo que queda disponible en el bolsillo del consumidor después de pagar el sobreprecio causado por el encarecimiento de bienes y servicios. En aquellos territorios donde la inflación ha pegado más fuerte, las familias han perdido más poder adquisitivo. España vivió el pico más alto en 2022 (8,4%), año de la invasión rusa de Ucrania, que disparó los precios energéticos y propició una subida de los tipos de interés por parte de los bancos centrales.
En el conjunto de la OCDE, el crecimiento de la renta disponible regional bajó del 2% de los cinco años anteriores a la pandemia al 0,85% entre 2019 y 2022. “La diferencia entre las regiones con las tasas más altas y más bajas aumentó de 2,6 puntos porcentuales en promedio en 2014-2018 a 3,6 puntos en 2019-22″, incide el informe. “Canadá, España y Estados Unidos registraron las brechas más amplias”.
Medida la renta de esta forma, España magnificó en ambos periodos las distancias, en positivo y en negativo. Entre 2014 y 2018, todas las comunidades experimentaron una mejora de las rentas reales, con una diferencia de menos de dos puntos entre el territorio donde más creció (Cantabria) y el donde menos avanzó (Navarra). Entre 2019 y 2023, solo cuatro autonomías registraron un ligero avance de los ingresos disponibles (Asturias, Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha), lo que ensanchó la brecha por encima de los cinco puntos. Baleares, atrapada en una crisis habitacional y un modelo económico volcado en el turismo, fue la autonomía que sufrió el mayor zarpazo (-4,15%).
Otro indicador muy distinto es la desigualdad. La mayor diferencia de renta entre el 20% más pobre y el 20% más rico se dio en Canarias, la única comunidad española que en 2022 superó en este indicador el promedio de la OCDE y que es también la que registra la mayor tasa de pobreza relativa. Aragón tiene la menor brecha, aunque experimentó la mayor subida en la última década. Baleares y el País Vasco fueron los territorios donde la distancia entre ricos y pobres más se redujo entre 2010 y 2022 —en el conjunto de España, la mejora fue del 4,5%—. Irlanda, Hungría y Eslovaquia son las naciones más igualitarias en perspectiva regional; Colombia, Chile y EE UU, las más desiguales.
Crisis de la vivienda
El informe publicado este viernes no solo presenta por primera vez estimaciones comparables a nivel internacional sobre los ingresos reales de los hogares en función del territorio —un ejercicio motivado por el inusitado repunte de precios—. También aborda otras cuestiones prioritarias en clave regional y local, desde la crisis de acceso a la vivienda hasta las tensiones demográficas, el impacto del cambio climático, las nuevas tecnologías, la evolución de la productividad o la igualdad de género. El estudio hace hincapié en las evoluciones asimétricas que experimentan las metrópolis, que concentran cada vez más trabajadores y rentas, en comparación con las ciudades más pequeñas y las zonas rurales.
En este enfoque poliédrico, Baleares también destaca como la comunidad española donde es más difícil acceder a la vivienda. Si hay que destinar el 26,3% de la renta al pago de la vivienda en promedio, en el archipiélago la ratio supera el 30%. Los datos que usa la OCDE para España en este caso son muy antiguos, de 2018, pero las estadísticas disponibles a nivel nacional confirman que la situación no ha mejorado. Baleares es el territorio donde los alquileres más se han disparado entre 2011 y 2021, duplicándose. De hecho, la comunidad insular ha sido escenario de recientes protestas por la escasez de vivienda y su encarecimiento.
Esta dinámica se repite en los demás países del grupo, sobre todo en las grandes áreas urbanas, donde los precios de la vivienda son un 68% más altos que en las pequeñas. En países como EE UU, Hungría y Corea del Sur la distancia supera el 100%. La población, sin embargo, va a la baja, acusando la inversión de la pirámide demográfica. Pero este efecto se nota menos en las grandes urbes, económicamente más dinámicas y destino de mayores flujos migratorios.
Mercado laboral
El organismo espera que la población decline en la mitad de los Estados miembros en las próximas décadas, una tendencia que impactará de lleno en el mercado laboral. “En los próximos 10 años, los trabajadores que ingresan a la fuerza laboral no compensarán a los que la abandonan en la mayoría de las regiones si todo permanece igual”, alerta. “La disminución de la población reduce la fuerza laboral y puede recortar el crecimiento del PIB en regiones y ciudades debido a la disminución de la actividad económica”, continúa.
Una vez más, las regiones metropolitanas son las que salen mejor paradas. Lo mismo ocurre en términos de ocupación: tras la crisis sanitaria, fueron la que más rápido recuperaron las tasas de ocupación. Queda, sin embargo, otro gran asunto pendiente, que tiene que ver con la inclusión de las mujeres en el mercado del trabajo. La tasa de empleo femenino promedio en las regiones de la OCDE sigue unos 11 puntos por debajo de la masculina. En España, solo es superior a la media de la OCDE en Cataluña, Madrid y País Vasco. Las mujeres, además, tienen más riesgo de caer en pobreza relativa, y España ya es, junto a República Checa y Lituania, el país de la OCDE con la mayor brecha en este sentido entre mujeres y hombres.
La productividad es otro reto mayúsculo para los países del club en general. Y en particular, un rompecabezas para una Europa estancada económicamente y atrapada en una pinza entre China y EE UU. En los países de la OCDE ha habido un proceso de convergencia a escala regional, pero las disparidades siguen siendo enormes, con las áreas metropolitanas de las capitales que destacan como las zonas más productivas en hasta 20 de los 33 países considerados para el análisis. No es el caso de España: la autonomía más productiva fue el País Vasco, seguida por Navarra y Madrid. En el otro extremo está Murcia, a más de 30 puntos de distancia. Una brecha más por cerrar.
Fuente EL PAIS