“Pedí mi entrada en la Comisión Constitucional. Fui tan osada, que hasta llamé por teléfono a Calvo Sotelo, que no lo conocía de nada. Con toda mi cara, le dije que era abogada, que no había ni una mujer en esa comisión y que era inaceptable”, relataba la semana pasada María Teresa Revilla, de 88 años, miembro de las listas de UCD en las elecciones de 1977. Ella es una de las 27 mujeres conocidas como “las Constituyentes”, el grupo de 21 diputadas y seis senadoras que participó en aquella legislatura encargada de redactar la ley Fundamental. El Congreso, que el jueves pasado descubrió una placa de gran tamaño en homenaje a estas parlamentarias en una sala presidida por los siete retratos de los padres de la Constitución, ha vuelto a dejar constancia este martes del tono bronco entre partidos a pesar del respaldo de PP, PSOE y Sumar a una iniciativa que las reconoce e insta al Gobierno a difundir su historia y su legado.
Dejando a un lado los valores que impulsaron los trabajos de las mujeres constituyentes (”consenso, lealtad, diálogo o unidad”, según ha enumerado la diputada del PSOE Susana Ros), todos los grupos, a excepción de los nacionalistas de Junts, ERC, PNV y EH Bildu, que ni siquiera han intervenido, se han manifestado en el pleno muy críticos con el PSOE.
La proposición no de ley, que se votará el jueves, reclama al Ejecutivo dar a conocer la contribución e influencia de estas mujeres a través de seminarios, mesas redondas, libros y material pedagógico, campañas institucionales en redes o la creación de un archivo digital con un fondo documental que reúna testimonios, fotos, discursos y documentos históricos. “¿Es que no hay madres de la Constitución? Claro que sí, un parto político tan difícil como este no hubiera sido posible sin Las Constituyentes”, ha defendido Ros antes de nombrarlas a todas. Perfiles como los de Dolores Ibárruri, la Pasionaria, Juana Arce o Soledad Becerril.
“Las mujeres del PP hemos sido pioneras en la revolución igualitaria”, ha reivindicado la diputada popular Edurne Uriarte, que ha cargado contra el “sectarismo de la extrema izquierda” por apropiarse de la igualdad, recurriendo incluso como argumento al discurso en contra del sufragio femenino de Victoria Kent en 1931. “De poco sirve el reconocimiento a estas mujeres si no trabajamos por el apoyo y la defensa de la Constitución ante el proceso de reacción que protagonizan la izquierda y la extrema izquierda”, ha reprochado también la parlamentaria popular, que ha dibujado un panorama de “involución” en la “defensa de la igualdad de los españoles, la separación de poderes, el respeto al Estado de derecho y la unidad de España”.
En la misma línea, la diputada de Vox Rocío Aguirre ha esgrimido que aunque “a priori” les puede parecer “bien” que se haga un homenaje a estas mujeres, el problema es que la iniciativa la proponga el PSOE, “partido que ha acabado con el espíritu de la reconciliación y la concordia que supuso la Constitución de 1978″. También en Sumar se han desmarcado de los socialistas, sacando a colación la decisión adoptada en su último Congreso Federal de eliminar “Q+” de las siglas del colectivo LGTBI. “Señorías del PSOE, permítanme una crítica constructiva (…) no podemos hablar de igualdad si no incluimos a todas las mujeres, sin excepciones. Las mujeres trans también son mujeres”, ha señalado en tribuna Esther Gil, vicepresidenta tercera del Congreso.
Aunque la parlamentaria de Podemos Noemí Santana ha saludado que la iniciativa salde “una deuda histórica” con las Constituyentes, ha aprovechado para defender todas las leyes impulsadas por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero. Y también muy crítico, desde el BNG, Néstor Rego ha tildado de “trampa” la propuesta, al considerar que contribuye a “rescatar el relato idílico” de la Transición y señalar que el lawfare o uso político de la justicia que ahora denuncian tiene su origen en lo que “pactaron” entonces. Pese a la exposición crispada, el diputado se abstendrá en la votación del jueves, aseguran fuentes del grupo.
Ajena a todo el ruido del hemiciclo, contaba Revilla en el homenaje de la semana pasada que su carrera política terminó pronto. Era presidenta de la Comisión de Cultura en aquella legislatura y el ministro del ramo le pidió un día “acompañarlos” en una reunión. Llegado el momento, lo sentó a su derecha y mientras ella ordenaba los papeles, él comenzó a hablar. ”Me acordé de la división de poderes (…) Me iba en mis ideas democráticas el defender lo que pienso. Me armé de valor y me dirigí a la comisión diciendo: ‘Señor ministro, no le he dado la palabra, le ruego que se calle’. Tardé en dejar de ser presidenta 15 días”. Después de semejante atrevimiento, nadie se acordó de Revilla para las listas de las siguientes generales.
Fuente EL PAIS