La historia de la película Los dos hemisferios de Lucca es una historia esperanzadora. Un claroscuro sobre la vida que muestra cómo el mundo de un pequeño con parálisis cerebral comienza a ser luminoso gracias al trabajo de su madre, una periodista que busca incansablemente todos los días ofrecerle a su hijo Lucca una forma de habitar el mundo más digna y “más normal”. La película, que lleva a la pantalla grande el libro que la periodista Bárbara Anderson publicó en 2019 sobre su propia experiencia de vida, es, según la autora, un intento por abrir puertas y posibilidades a las personas que viven con algún tipo de discapacidad en México y también, sobre todo, una reivindicación de las cuidadoras primarias que hacen posible lo que parece imposible.
La directora mexicana Mariana Chenillo (Ciudad de México, 47 años) dice que apenas leyó las primeras páginas del libro Los dos hemisferios de Lucca (Penguin Random House, 2019) de Anderson, se dio cuenta de que quería ser partícipe en convertirlo en una película. “Llegué a su casa y le dije: ‘Yo soy perfecta para contar tu historia”, recuerda, entre risas. Luego, los caminos de ambas confluirían para hacerlas cómplices y amigas, una comunión que más tarde integraría a la actriz mexicana Bárbara Mori.
El trabajo de estas tres mujeres dio forma al guion del largometraje que cuenta los primeros minutos de vida de Lucca, el hijo de Anderson, y que pasa por episodios de una cotidianidad marcada por los sobresaltos de la salud del pequeño que se deteriora cada día pese a los esfuerzos de su madre para que su hijo tenga mejor movilidad y habilidades que le permitan integrarse a la escuela o a una dinámica normal. Hasta que la historia da un vuelco y Bárbara descubre que en India hay un tratamiento que puede transformarle la vida a Lucca y a su familia.
Durante gran parte de la película, Bárbara Mori, que interpreta a Anderson, pasa por un largo proceso de asimilación en el que descubre que su culpa, una carga que ha estado llevando sobre los hombros durante muchos años, es infundada. Se reúne con el médico que le ha asistido en el parto y este le explica lo que de verdad le sucedió en aquellas horas en las que se debatían ella y su hijo entre la vida y la muerte, un episodio al que ella atribuye el que su hijo haya nacido con parálisis cerebral. “La película y el libro permiten exorcizar mucho el tema de la discapacidad. De tanto tocarla y de tanto amasarla cada vez se hace más chiquita y más normal. Porque a veces, cuando uno no quiere mirar de frente las cosas, se hacen más enormes”, cuenta Anderson.
Además, la elección del actor mexicano Juan Pablo Medina —un hombre que perdió la pierna derecha en 2021— como el padre de Lucca y compañero de Bárbara, es uno de esos guiños de la producción por apostar al tema de la discapacidad, un tema que es tratado desde la experiencia de esta familia que hace todo para que el pequeño Lucca aspire todos los días a una recuperación que la realidad y las condiciones en un país como México plantean mucho más que complicada. Anderson, apunta: “Hasta ahora, en los libros o en los documentales, el tema es retratado como una cosa muy dura, más de denuncia, y esta es una película amorosa, que no te deja nada a la imaginación, está todo ahí, pero al final siempre hay esta sensación de que de todo se puede sacar algo bueno”.
“Un faro de luz”
Pese a que llevan horas de entrevistas en un pequeño foro improvisado con lámparas que provocan un calor casi insoportable, Bárbara Anderson, Mariana Chenillo y Bárbara Mori hablan todavía alegres de la película y de la forma en la que han colaborado juntas para ejecutar en imágenes el libro de Anderson. La conversación se transforma en algo muy parecido a las charlas que tienen las amigas cuando cuentan ante un público la historia de cómo se conocieron. Y las tres coinciden en que esta historia ha sido luz en medio de un camino que no siempre es luminoso. “Desde que lo leí fue como un faro en medio de mi duelo. Era otra forma de ver de cómo la vida se pone muy difícil y después es muy hermosa también”, cuenta Chenillo.
Desde que llegó el libro a las manos de esta directora, que atravesaba por un momento muy complicado para ella, hasta los interminables cuestionarios de preguntas precisas que Mori le hacía a Anderson mientras estaba filmando la película. Además, esa suerte de “exorcización” que la autora del libro ha experimentado escribiendo y después colaborando muy de cerca para que su historia fuera fielmente representada. Mori asegura: “Tengo 27 años actuando y jamás he dicho que sí a un proyecto, a menos que lea el guion y el guion me atrape y me interese. Para mí ha sido hermoso. Un viaje muy bello. Lo que nos enseña a atravesar esta forma de maternidad. Sentí mucho privilegio y fortuna, ha sido muy transformador para mí”, dice.
La historia de Lucca es una historia universal, que también deja ver la fortaleza de quienes cuidan a una persona con discapacidad y que se enfrentan a estructuras que les complican el camino más de lo que pueden imaginar. Por eso, la película, a ojos de Anderson, es una abierta y tangible posibilidad de que las cosas pueden ser distintas para quienes habitan de otras formas este mundo: “No hay nada más natural que la diversidad, nada más común que lo diferente”, dice. Chenillo concluye: “Este niño, que podría haber tenido todas las puertas cerradas, ahora gracias a esta mamá, y a ese camino, tiene todas las puertas abiertas. Y esto marca la diferencia incluso entre la vida y la muerte”.
Fuente EL PAIS