Un día es la minifalda de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. Otro, el vestido de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en el aniversario de la Constitución o el peso de la cómica que presentará las campanadas de Nochevieja en TVE con David Broncano, Lalachus. La red social X no puede tomarse como termómetro de nada porque es el hábitat donde nadan bots y otras criaturas extrañas crecidas y ufanas en la impunidad que da el anonimato, pero, como cualquier campaña, tienen el poder de machacar al señalado, que, curiosamente, las más de las veces, es señalada, es decir, mujer.
A X, antes Twitter, nunca parecieron importarle demasiado los kilos de más del chef Alberto Chicote, que ha presentado varias ediciones de las campanadas de Nochevieja con Cristina Pedroche, o de Ibai Llanos, pero sí los de Lalachus, como subrayaba @JuanPabloL1980: “No es solo gordofobia, que también. Es machismo”.
Las críticas que estoy leyendo contra @lalachus2 nada tienen que ver con que sea gorda sino con que es mujer. ¿Alguien recuerda alguna crítica por su peso contra Alberto Chicote o contra Ibai Llanos cuando presentan las campanadas? Tanto por avanzar. Puro machismo. pic.twitter.com/WUposNrkil
— José Pablo López (@Josepablo_ls) December 8, 2024
Bertrand Ndongo, personaje de la órbita de Vox con más de 127.700 seguidores en X, tuiteó una fotografía de la humorista con el siguiente mensaje: “Hay que felicitar a RTVE. Le pagará para que por fin coma algo de fruta. Espero que esas 12 uvas sean para ella el comienzo de una vida saludable. Es lo más productivo que han hecho hasta ahora con mis impuestos”. Cuando otros tuiteros le recriminaron su comentario, escribió en su cuenta: “Los rojos y su piel fina. Llevan todo el fin de semana burlándose de Ayuso, llamándola gorda, drogadicta, escombro, por esa foto de la presidenta madrileña a sus 46 años. Pero si dices algo de Lalachus y su talla 34 a sus 34 años, se te tiran al cuello. ¡Iros a la mierda!”. Posteriormente, subió un vídeo en el que advertía: “No voy a retirar mi tuit. Insto a la señorita Lala Lechuga a que coma lechuga y fruta, que se alimente como es debido. Yo no te insulto, señora Lala Lechuga. Me alegro de que puedas firmar ese contrato. Te he hecho muy famosa porque en este país no te conocía nadie y gracias a mí todo el mundo te conoce”. En otro nuevo vídeo decía: “Tema Lalachus: Pido perdón y rectifico: En vez de 12 uvas, 12 minihamburguesas”. Para profanos en las miserias de X, de Vox y de su órbita mediática, Ndongo es uno de los difusores del bulo sobre los cadáveres en el aparcamiento de Bonaire por la dana —donde no fue hallado cuerpo alguno— y autor del tuit “Con Franco yo sería ministro”. Pero sus mensajes burlándose de Lalachus acumulan miles de likes o “me gusta”, es decir, comentarios de gente a la que le hace gracia reírse del físico de los demás, como en el colegio.
Hay que felicitar a RTVE
Le pagará para que por fin coma algo de fruta. Espero que esas 12 uvas, sean para ella, el comienzo de una vida saludable
Es lo más productivo que han hecho hasta ahora con mis impuestos👏🏾👏🏾👏🏾👏🏾 pic.twitter.com/Tp0r1jgLbd
— Bertrand Ndongo (@bertrandmyd) December 8, 2024
Parece una anécdota, pero más de 120.000 seguidores y un trending topic empiezan a ser cierta categoría, algo digno de estudio y de alarma. Tampoco es la primera vez que ocurre, y los nombres mencionados al inicio de este artículo evidencian que se trata de un fenómeno transversal, ajeno a las ideologías, aunque abunden más las críticas a la forma de vestir o el aspecto físico de las mujeres de izquierdas que de las de derechas. Por alguna razón inexplicable, hay un número preocupante de personas a las que jamás se les ocurriría hablar de las barrigas, las calvas, las corbatas, o los bajos del pantalón de ellos, pero que sí ven de interés general los kilos, largo de falda, maquillaje o peinado de ellas. Y todos quedan en X a celebrar su aquelarre, a encender la hoguera y quemar a mujeres más o menos jóvenes que siempre son juzgadas por algo más que lo que dicen o hacen, como la otra mitad de la población. Ellas nunca son del agrado de los inquisidores modernos, tan prolíficos y exigentes. Tampoco si son bellas y delgadas. “La gente quiere una primera ministra, no una modelo”, explicó un hombre de 66 años que inició una campaña en redes contra Jacinda Ardern antes de que esta dimitiera en 2023 por la presión como primera ministra de Nueva Zelanda. Mírense a un espejo. Y sobre todo, maduren.
Fuente EL PAIS