Marina, unplugged (2023) es un falso documental español sobre el espectáculo de una líder de la ultraderecha que ensaya, días antes de su estreno, un monólogo en el que desnuda su ideario. Rodada en blanco y negro y dirigida por Alfonso Amador, la película (disponible en Filmin) está basada en una obra de teatro firmada por el propio Amador y Jorge Picó, y en la que Marina, interpretada por la actriz Claudia Faci, despliega de forma cruda y cercana toda su retórica.
En su libro, El actor y los demás, Fernando Fernández Gómez aseguraba que la profesión de político se parecía bastante a la de actor. Ambos saben fingir. En el caso de Marina (desconocemos su apellido), la confusión con esa doble identidad es parte del juego. Delgada y carismática, con una camisa blanca y un vaquero, acompañada de un pianista, la líder —candidata a presidencia del Gobierno de España— se deja guiar por el director de escena sin perder nunca su autoridad. Juntos trabajan los giros de voz y la modulación de cada frase para cautivar al público con su mensaje. Su poder va aflorando en un discurso trepidante.
El enérgico personaje de Falci está lleno de pequeños e inquietantes detalles, de trucos para embelesar con su relato. Es una gran cuentacuentos. Su estrategia, dice, es la de desmontar el espectáculo de la política, “avanzar solo con las palabras… con la sencillez de quien reza una oración”. Pero la supuesta honestidad de su show, titulado Marina, unplugged, está al servicio de lo mismo: persuadir a la audiencia, ese patio de butacas vacío en el que cualquiera podría sentarse.
El monólogo de Marina resulta convincente, por eso da tanto miedo. Si dos niños se ahogan en el mar y uno es tu hijo, ¿A cuál salvarías?, pregunta. Con su perfecta dicción y su magnífica voz, Marina resulta hipnótica como una serpiente. No puedes dejar de escucharla. Es brillante y altanera, sabe desplegar sus argumentos contra la inmigración, el feminismo y los derechos sociales. Como en la entrevista que Errol Morris le hizo a Steve Banon, American Dharma (2018), Marina es una manipuladora cum laude, el ejemplo perfecto de la inteligencia y el lenguaje al servicio de lo peor.
Fuente EL PAIS