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Un año y medio después del ‘caso Rubiales’ y el beso a Jenni Hermoso, la federación está a medio hacer y el protocolo contra las agresiones sexuales no ha cambiado  | Fútbol | Deportes

Ha pasado año y medio desde que el conocido como caso Rubiales monopolizara casi todas las conversaciones. Este lunes volverá a atraer los focos cuando el ya expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se siente en el banquillo de la Audiencia Nacional acusado de cometer los delitos de agresión sexual y coacciones.

Ha pasado también año y medio desde la lucha que emprendieron las futbolistas de la selección tras el beso no consentido de Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso en la final del Mundial y el organismo que rige el fútbol español ha sobrevivido casi por inercia. Especialmente, por la situación convulsa que ha vivido desde la dimisión de Rubiales y a partir entonces: la interinidad de Pedro Rocha, el sucesor del dirigente granadino, su posterior inhabilitación por haberse excedido en sus funciones como presidente de la comisión gestora, y la llegada a la presidencia aún en diciembre de 2024 del gallego Rafael Louzán, que está condenado por prevaricación y pendiente de un último recurso en el Supremo que se dilucidará el 5 de febrero. De las mejoras prometidas a las jugadoras en septiembre de 2023 para que volvieran a la selección en pleno plante tras el episodio vivido en Sídney todavía quedan asuntos por resolver: el protocolo contra las agresiones sexuales que no funcionó en el caso Rubiales todavía es el mismo, y el organigrama del fútbol femenino no se volvió a reforzar hasta este sábado, cuando la abogada especializada en derecho deportivo Reyes Bellver fue nombrada directora de fútbol. El cargo había quedado vacante el pasado junio tras la dimisión de Markel Zubizarreta, el arquitecto del Superbarça, el hombre elegido para impulsar una sección discriminada durante décadas.

La revuelta para cambiar la cara a la federación comenzó el 25 de agosto de 2023, unas horas después de que Rubiales se presentara como víctima del “falso feminismo” y gritara cinco veces en una asamblea del organismo que no iba a dimitir. Las jugadoras de la selección que hacía cinco días se habían proclamado campeonas del mundo publicaron un comunicado —acompañadas de otras 58 internacionales— en el que renunciaban a vestir la camiseta de España si el dirigente seguía al mando de la institución y no se producían “cambios estructurales reales para ayudar a la absoluta a crecer”. Ese día, por primera vez en años, se plantaron juntas, sin una sola fisura en el grupo, ante un organismo que las había ninguneado sin creerse del todo que las mujeres también pueden y saben jugar al fútbol.

Aquella unidad derivó en una importante reunión en Oliva, una localidad costera al sudeste de Valencia. Allí, según varias fuentes, se pactaron cuatro puntos: se incluirían en las primas a jugadoras que habían participado en la fase de clasificación para el Mundial pero no habían disputado la fase final; se reestructuraría el organigrama de la selección femenina con figuras que existían en la masculina, como la del director de fútbol; se reformaría el área de comunicación y marketing y la de integridad; y se reforzaría el protocolo de actuación frente a la violencia sexual que no había funcionado en el caso Rubiales. “A las que habían participado en la clasificación para la Copa del Mundo se les reconocieron las primas. También se nombró a Zubizarreta, un profesional de reconocido prestigio, como director de fútbol, y en cuanto a protocolo la idea era que tuvieran mayor reconocimiento y visibilidad, que escenas como la entrega de medallas en la Supercopa de Mérida de 2023 [las jugadoras tuvieron que recoger ellas mismas los premios de una mesa en una imagen muy pobre] no se repitiesen”, explica una persona que estuvo en las reuniones.

Montse Tomé, la seleccionadora española, y las internacionales durante el primer entrenamiento tras dar salida a la crisis con la federación en Oliva (Valencia) el 20 de septiembre de 2023.Alberto Saiz (AP)

Aunque algunos problemas se han solventado, tras la dimisión de Zubizarreta la federación no nombró hasta este sábado a Bellver, una abogada especializada en derecho deportivo que colaboraba con FutPro y que asesoró a las jugadoras durante la crisis de las 15 y las reivindicaciones tras el beso. Fuentes del organismo argumentan que no se había podido contratar a una nueva directora de fútbol por la situación de interinidad que vivió la institución. “Louzán acaba de ser elegido y se están haciendo los nombramientos porque hasta ahora no había sido posible que hubiera estabilidad”, esgrime un empleado de la entidad.

La RFEF tampoco ha reforzado el protocolo de actuación frente a casos de violencia sexual después de que la Inspección de Trabajo y Seguridad Social lo ordenara en marzo de 2024 tras una auditoría en la que detectó numerosos fallos en materia de igualdad. Andreu Camps, uno de los hombres fuertes del rubialismo, todavía aparece como miembro del comité asesor que debe intervenir cuando haya una denuncia pese a que no forma parte de la institución desde el 20 de septiembre de 2023. La dirección de correo indicada para denunciar situaciones de acoso, que al menos hasta marzo del año pasado estaba mal escrita en el documento, sí se ha corregido, según ha comprobado este periódico. La federación insiste en que no se ha modificado el protocolo porque el que existe cumple la normativa.

La tormenta en agosto y septiembre de 2023 fue tan potente que el entonces presidente del CSD, Víctor Francos, anunció cambios en la ley del deporte de 2022 para aumentar el control público de instituciones como la RFEF, un organismo privado que actúa por delegación pública y que ejerce de facto como embajada de la marca España. Casi un año y medio después, sin embargo, el Gobierno aún está tramitando los dos reales decretos presentados para actualizar el régimen sancionador y el marco normativo para la transparencia y la rendición de cuentas de las entidades deportivas.

Una herida que no ha sanado

La unanimidad de las futbolistas fue clave para lograr avances significativos, aunque no suficientes. A la causa de las jugadoras se unieron el Gobierno, la FIFA y sobre todo una sociedad que repudió la actitud machista del dirigente bajo el lema “se acabó” que había acuñado Alexia Putellas, líder de la selección y amiga de Hermoso. El Ejecutivo, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), inició ipso facto los trámites ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) para inhabilitar a Rubiales, la FIFA lo suspendió durante tres meses, la Fiscalía abrió diligencias contra él por un delito de agresión sexual y miles de personas salieron a la calle para censurar su comportamiento. Cada vez más y más acorralado, Rubiales dimitió finalmente el 10 de septiembre, tres semanas después del beso que él calificó como “pico consentido”.

Su caída no era el único cambio que pedían las jugadoras. Jorge Vilda, el seleccionador con el que habían conquistado el Mundial y que aplaudió el discurso del entonces presidente mientras este le prometía en público medio millón de euros anuales por renovar, había sido despedido cinco días antes. La mayoría de las futbolistas consideraba que el técnico, procesado por un delito de coacciones contra Hermoso en el juicio del caso Rubiales, no tenía nivel para dirigir la selección. Su lugar en Las Rozas lo ocupó Montse Tomé, que había sido su mano derecha hasta que este se posicionó con Rubiales en la asamblea en la que cargó contra el “falso feminismo” y gritó cinco veces que no iba a dimitir. Tomé también había aplaudido en varias ocasiones el discurso del expresidente federativo, pero luego renunció a su puesto —segunda entrenadora— junto a otros 10 miembros del cuerpo técnico. La nueva seleccionadora no tardó en crispar todavía más un ambiente que ya estaba inflamado. El 18 de septiembre, tres días después de que todas las jugadoras —excepto Athenea y Sheila García— volvieran a avisar de que no querían ir a la selección hasta que hubiera una reestructuración profunda en la RFEF, la técnica las convocó y dejó fuera a Jenni Hermoso para “protegerla”.

Vídeo: EPV

Las internacionales citadas por Tomé viajaron a Oliva, en donde se vieron con representantes de la federación y el CSD para tratar de desencallar la crisis. Tras la reunión, 21 de las 23 convocadas aceptaron quedarse —se marcharon Mapi León y Patri Guijarro, que llevaban sin jugar con España desde septiembre de 2022— tras firmar una serie de mejoras con la RFEF y acordar la salida de hombres clave del rubialismo. Cayeron el director deportivo, Albert Luque, y el de marketing, Rubén Rivera, para quienes la Fiscalía pide un año y medio de cárcel por coaccionar a Hermoso para que “públicamente justificara y aprobara el beso que contra su voluntad le dio Luis Rubiales”. También fueron destituidos Andreu Camps, entonces secretario general, y el director de comunicación, Pablo García Cuervo, muy debilitados a ojos de las futbolistas tras la crisis de las 15 —la renuncia en septiembre de 2022 de 15 jugadoras a la selección hasta que no hubiera cambios estructurales—, en donde las calificaron de rebeldes y “niñatas”. Según fuentes federativas, Camps también estuvo implicado en la publicación de varios comunicados contra Hermoso. El quinto hombre que salió de la RFEF fue Miguel García Caba, el director del departamento de Integridad que redactó el informe que exoneraba a Rubiales al calificar el beso como un tema “sin importancia” y “anecdótico” sin siquiera escuchar el testimonio de la jugadora. La herida todavía no ha terminado de sanar en la selección.

Fuente EL PAIS

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